4.17.2009

Hace cuatro años tenía miedo porque se cumplían veinte años del terremoto del ochenta y cinco. Cuando yo ni existía, cuando mi hermano le pedía a dios que no pasara nada. Y según la tradición, esos remezones traicioneros grandes de la tierra (que a la vez es un reclamo) tenían una frecuencia de veinte-veinticinco años. Ya han pasado cosas pero fuera acá. La tierra reclama por todas partes.
Mi ciudad tiene terremotos cada dos años. Sin darse cuenta, el reclamo viene de la mano con el colapso. Y el abandono es evidente. La inestabilidad se sienta un rato, se va el in y pasa el tiempo acompañado de buen tiempo. Otro movimiento que deshace todo.

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